Reseña crítica: "Sangre Negra", o "Native Son", en su título original, fue, en un principio, una novela del cuentista y novelista de color Richard Wright, que en su época ganó notoriedad no solo por el tema tabú que era eje del relato, sino también por la inteligencia de su planteamiento (no era la típica protesta contra el injusto trato de los blancos a los negros precisamente). Publicada en 1940, Wright co escribió una versión teatral, que fue llevada a Broadway por el excelente actor Canada Lee. En Buenos Aires la obra tuvo una fuerte repercusión, gracias a Narciso Ibáñez Menta que, caracterizado con el cuerpo pintado de negro, logró un gran suceso a mediados de los '40. Finalmente la versión cinematográfica, llegó pero en forma de coproducción entre la principal productora argentina y Classic Pictures. Estrenada en Buenos Aires con una duración de 104 minutos, la película tuvo una breve carrera en Estados Unidos, país donde no solo los prejuicios raciales sino también la intolerancia sobre el tema del comunismo, le impusieron casi media hora de cortes. Debido a esta condición o bien al protagonismo del propio autor (cuyas dotes actorales no estaban a la altura de sus virtudes literarias, pero que sin embargo logra momentos lúcidos) y, sin duda alguna, al origen no norteamericano de esta producción, la película ha cosechado comentarios muy negativos a lo largo del siglo, incluso de críticos muy capacitados. El filme se centra en el joven Bigger Thomas (Wright tenía 42 años de edad al momento de la película), que trata de ganarse la vida como chofer al servicio de una familia de ricos. Una noche lleva a dar un paseo a la agraciada hija (Jean Wallace). El novio de la chica (Gene Michael), un joven de ideas progresistas, trata de igual a igual al chofer de color y le obsequia libros de propaganda sobre el comunismo y la igualdad racial. A la madrugada Bigger lleva a su patrona al hogar y la joven, en estado de ebriedad, obliga al chofer a llevarla al dormitorio. En ese lugar se sucede la tragedia, cuando, de manera accidental, Bigger mata a la chica. A partir de ese momento, todo es vértigo para el protagonista, huyendo, dejando pistas falsas e incriminando al joven idealista, simulando un secuestro para obtener dinero y planeando su huida con su novia. No habrá paz para Bigger ni descanso, frente a la investigación de un detective brutal e intolerante (Charles Cane), hasta su desesperado intento de escapar, de la justicia y de sus propias culpas. La película goza de una narrativa dinámica, su director Pierre Chenal logra momentos visuales soberbios, a través de unos manejos de cámara que preanuncian la cámara itinerante de Hitchcock en REAR WINDOW (La Ventana Indiscreta-1954). El clima general (y actuaciones), nos remiten por momentos al más común y silvestre Film Noir clase B. Claro, Chenal no es Jacques Tourneur o Robert Wise, acostumbrados a lograr efectos interesantes sobre un presupuesto y un plantel actoral que Chenal no puede aspirar. Pero a pesar de que Wright no es Canada Lee, consigue sacar una interesante secuencia onírica; no obstante carecer de medios materiales, usa los exigüos decorados y maximiza la utilidad de las sombras (especialmente en escenas en la que los personajes son alumbrados por velas). En el desenlace, la película desemboca en un final judicial (es increíble la gran variedad de notas genéricas, desde el melodrama al thriller, desde el misterio a la persecución policíaca), en el que hay tiempo para diálogos interesantes y muy maduros con respecto al tema del racismo.
Nota: La premiere tuvo lugar el 4 de noviembre de 1950 con una versión en 16 mm. en un avión Clipper de Pan American a 6.000 metros de altura y 500 km/h en vuelo entre Montevideo y Río de Janeiro. [Cinefania.com]
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