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A POCO MÁS DE DOS MESES DEL COMIENZO DE LA COPA MUNDIAL QATAR 2022
Casi sin querer, tenemos una nueva Copa Mundial encima, en pocas semanas. Ya es hora de preguntarnos qué podremos ver en Qatar, suponiendo que la civilización todavía siga existiendo el 20 de noviembre de este año y los días subsiguientes hasta la final, prevista el 18 de diciembre. Auspicia este Maracanazo del saber Fernet Branca para su nueva línea de fernet en bidones. Pedí El Bidón de Branca ¡El que recomienda el doctor Bilardo!
Podría preguntarme si esta selección francesa, campeona en Rusia en 2018 y que cuenta con un plantel que es un escándalo de calidad, tiene el hambre suficiente como para repetir la victoria. Si los muy buenos jugadores de Inglaterra tienen la fortaleza espiritual imprescindible en un torneo de este nivel. Si la renovación que emprendieron España y Alemania ya las deja en buena posición para pelear por el título este año, o tendrán que esperar a 2026. Si la selección de Bélgica no llegará envejecida. Si a Neymar le pesará llegar con un equipo brasileño que parece tener chances muy firmes de volver a levantar una Copa Mundial tras veinte años. Si Uruguay, Portugal, Países Bajos, Croacia, Dinamarca, pueden dar un gran golpe contra toda expectativa.
Podría preguntarme qué efectos tendrá el que, por primera vez, se dispute un certamen mundial de seleciones en medio de la temporada europea, y no a su final. Es decir, con casi todos los jugadores de casi todas las selecciones cerca del pico de su rendimiento, y no meses después, próximos al agotamiento. ¿Habrá menos sorpresas? ¿Serán más lógicos los resultados, al menos hasta el punto en el que en un deporte como el fútbol se puede hablar de lógica? (¿Tenían alguna ventaja las selecciones sudamericanas que llegaban a una Copa Mundial a mitad de su temporada, y no al cierre? Me refiero a las Copas anteriores a, digamos, 1990 o 1994, cuando la mayoría de sus futbolistas aún jugaba en Sudamérica, y las selecciones sudamericanas al menos se alternaban en las victorias con las europeas. Desde 2006, levantar una Copa del Mundo es privilegio exclusivo del capitán de una selección del Viejo Continente).
Podría preguntarme también si las sorpresas que no surjan del verde césped vendrán del VAR, ese novísimo avatar digital del azar por el que el vuelo de una mariposa en mitad de cancha impide que se conceda un gol marcado dos minutos después. O de los organizadores qataríes, una dictadura confesional que simula no serlo y que no sabremos cómo reaccionará ante la visita de miles de fanáticos provenientes de países muy diferentes, algunos hasta acostumbrados a vivir en una democracia y un estado de derecho y todo. Pero no. Prefiero hacerme preguntas acerca de la selección argentina.
En CINE BRAILLE he sido crítico del proceso dirigido por Lionel Scaloni y no voy a montar una farsa haciendo como que eso nunca existió: está lo que escribí aquí y aquí y aquí y aquí para demostrar que no creía en Scaloni, y que no lo oculto. Designar un novato a cargo de una de las cuatro o cinco selecciones más exitosas del mundo del fútbol no parecía muy razonable, menos aún dado el carácter bastante border del fanático argentino promedio, acicateado por décadas sin logros importantes, y por una situación social y política que necesita un triunfo en una Copa Mundial como un sediento una botella de agua. La gran apuesta de Scaloni, un mediocampo con buen pie y capacidad de recuperación de la pelota organizado alrededor de Leandro Paredes, tardó muchísimo en consolidarse, pero realmente mucho: sólo pareció justificar la decisión del entrenador en el último año, después del campeonato en la Copa América de Brasil 2021. De hecho, la condición de candidato de Argentina es una consecuencia de esa victoria, alcanzada jugando bien sólo los primeros minutos de los partidos, ganando espectacularmente por tiros desde el punto del penal un partido que bien se podría haber perdido con la Selección Colombia de un inspiradísimo Luis Díaz y derrotando a Brasil con un juego más áspero que efectivo, ni hablar de vistoso.
Así que hay que contarlo a Paredes entre las apuestas que el entrenador nos ganó a sus críticos, y no es la única. Dibu Martínez, Cristian Romero, Nahuel Molina, Nico González, De Paul, la notable recuperación de Angelito Di María, son otros tantos aciertos del cuerpo técnico. Son unos cuantos, muchos para ser casualidad. Bueno, pero todo esto es el pasado, porque hoy Argentina es una selección ordenada, con grandes individualidades y con un agrande notable: espiritualmente, el equipo, el grupo, luce fortísimo. Creo, no seré muy original, que el acierto principal de Scaloni es ése.
¿Qué problemas le veo a este equipo? Uno: la selección argentina tiene una formación que sale de memoria demasiado antes del Mundial. Nadie puede asegurar que titulares hoy indiscutidos lleguen en buen nivel a una Copa que se disputará entre noviembre y diciembre. (Las idas y vueltas de la vida sentimental de Rodrigo De Paul son un danger! gigante. Los antecedentes de lesiones extremadamente inoportunas de Di María, otro). La experiencia de varias Copas dice que los equipos campeones suelen terminar de armarse sobre la marcha: raramente la formación del primer partido es la misma que la de los encuentros decisivos. Bertoni y el Negro Ortiz no eran titulares al comenzar el Mundial 1978; Olarticoechea, el Negro Enrique o Cuciuffo tampoco al alborear México '86. Razón de más para prestar atención a quiénes acompañan a los once de memoria, y cómo se integran al juego del equipo. Y de paso confirmar que las especulaciones con que los medios que fijan agenda se divirtieron hace unos meses no pasaban de eso: no será el primer Mundial en el que se les escabullen uno o dos quelonios al confeccionarse la lista definitiva de seleccionados.
Dos: Scaloni dio muestras de buen manejo del grupo, de elegir bien a los jugadores, de saber plantear un partido. Creo que hay un aspecto del que hasta ahora no tenemos la seguridad de que lo domine: cómo volcar a favor de la selección un partido que se presenta adverso, ya sea con una variante táctica o con el cambio de jugadores. Recuerdo que, ante críticas acerca de algunos cambios que parecieron extraños y claramente no funcionaron, se defendió diciendo que todavía estaba aprendiendo el oficio. ¿Alcanzará ese aprendizaje cuando en el banquillo de al lado estén Luis Enrique, Roberto Martínez, Deschamps, Van Gaal, Flick, incluso el experimentado Tata Martino, y haya que tomar una decisión para evitar irse temprano de Qatar? Ojalá, y no sólo por vos o por la selección, héroe de Pujato: la sociedad argentina necesita un respiro, algo que le permita creer que acá todavía hay una nación.
En diciembre de 2013 acá ya le prendíamos una vela a Messi y sus compañeros. En este 2022 creo que más bien nos hacen falta unos cuantos candelabros y alguna que otra araña de luces.
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